Boletín de Fay #13
Nueva versión de mi taller Rumbo al Reino Peligro, Xenoblade Chronicles 3, y Brandon Sanderson
¡Hola! He estado estas semanas reacondicionándome tras la gran inversión de tiempo, dinero y energía que supuso mi viaje a Santiago para la presentación de mi libro El idioma de los dragones. Durante este tiempo, han aparecido nuevas reseñas, y el libro ahora se puede conseguir en más librerías santiaguinas, algunas con envíos a regiones chilenas. Si te interesa, puedes ver estas actualizaciones en la subpágina dedicada a la obra en mi página web (enlace adjunto en el título del libro).
Traigo las siguientes novedades y reflexiones para este boletín:
4° versión de mi curso Rumbo al Reino Peligroso: una introducción a la literatura de fantasía
¡Vuelve mi curso de lectura y pensamiento de literatura de fantasía, vía la institución local Casa Contada! En esta ocasión, empezaremos a partir del jueves 11 de mayo, a las 19:30 h de Chile.
Como las veces anteriores, este será un curso virtual e internacional dedicado al conocimiento, comprensión y discusión de aspectos teóricos y constitutivos propios de la literatura de fantasía, complementados con lecturas colectivas de una muestra variada de obras de esta estética.
La información completa sobre el curso (valores, temario, calendario, horario, etc.) se puede consultar en la web de Casa Contada, desde donde también podrán inscribirse:
Publicación de ensayo sobre Xenoblade Chronicles 3
Si me siguen en Twitter, quizá habrán visto que los últimos meses he estado abocada a terminar Xenoblade Chronicles 3, el magnífico JRPG de Monolith Software publicado para la Nintendo Switch en 2022. Bien: hace no mucho terminé al fin el juego, y la experiencia me encantó tanto que quise escribir algo para poder recordarla y darme espacio para ordenar algunas reflexiones sueltas que me inspiró la historia y sus personajes.
Debo aclarar que este es un texto MUY disperso y errático. No lo redacté como un ensayo al uso, y no lo edité (!). En consecuencia, su extensión aproximada es de… casi DIEZ MIL PALABRAS.
En ellas, hay de todo: recuerdos de eventos específicos del juego y de arcos de personajes, reflexiones, ideas, comentarios, alcances personales… Obviamente, es un texto plagado de spoilers, así que se recomienda su lectura a quienes ya hayan terminado el juego, o bien, a quienes no les importe leer aspectos importantes sobre una historia que no conocen o que quizá no conocerán nunca por experiencia propia.
Fue divertido escribir del juego, como otra forma de permanecer en él tras acabarlo luego de las +100 horas que le dediqué. Ojalá les guste si se animan finalmente a leerlo.
Sobre Brandon Sanderson
No es sorpresa para nadie que me conozca que Sanderson no es un autor de mi devoción. He intentado entrar a su obra, quizá ineludible en el contexto del estado del arte de la fantasía contemporánea, pero… no he podido. Me ha parecido sumamente insípida como propuesta estética, y en consecuencia me he aburrido enseguida. Tampoco ayuda mucho en ello la adoración (de ribetes ocasionalmente agresivos) de muchos de sus seguidores, que a veces deja en pañales hasta a los tolkiendilis más acérrimos.
Como sea, quisiera hablar de él aquí por un suceso que pasó hace un tiempo: la publicación de un insidioso perfil sobre su figura como escritor en la revista Wired, “Brandon Sanderson Is Your God”, escrito por Jason Heke, que sacó burlas de sus detractores y furia de sus seguidores. Si no lo han leído aún, se los comparto aquí:
No quisiera sumarme a linchamiento alguno, hacia ningún lado. No me referiré a la religión mormona del autor, ni a que parezca “aburrido” ante los ojos de Heke (?), ni a las innecesarias alusiones a su familia o a su “incapacidad para sentir”. Creo que ese tipo de alcances del periodista de Wired son muestras de bajeza, que se centran más en la persona que en la figura pública de escritor. Quizá la relación entre la obra ficcional de Sanderson como expresión particular de las visiones mormonas sería algo revelador, como alcanza a advertirse en algunos comentarios de Heke, pero no es algo que me interese hacer aquí.
Ante todo, quiero aprovechar lo que puso en foco tal texto para reflexionar sobre la posición de Sanderson como autor de fantasía en nuestro contexto contemporáneo.
Sanderson, para mí, se yergue como algo más y algo menos que un escritor: una empresa. Literalmente está a la cabeza de una, Dragonsteel, dirigida por su familia y dedicada a la gestión de sus múltiples tareas asociadas a la producción y difusión de su trabajo. He usado deliberadamente el término “producción” para apuntar a que su acto de crear historias parece más cercano a la generación: obras mamotréticas de publicación constante (incesante), prosa funcional a la entrega rápida y digerible de la historia, dedicación preciosista al concepto extra literario de worldbuilding, equipos de trabajo que administran la coherencia interna de sus sagas, entre otras labroes.
El modelo de escritor de Sanderson, así, difiere notoriamente de la escritura literaria como ejercicio artístico individual centrado en el proceso de formatividad de la palbra, que requiere de tiempo indeterminado para macerar su lenguaje y su propuesta estética en el transcurso de una vida entera.
Algunos seguidores parecen también recibir su trabajo desde otros paradigmas lectores: no parecen comportarse tanto como lectores en sí, capaces de relacionarse de maneras complejas y dialécticas con la obra, sino como “consumidores” de historias, personas que leen para escapar del mundo a través del viaje a otros más llamativos (otra vez: la insistencia del worldbuilding) y disfrutar de la imaginación de manera colectivista en el contexto de foros, fanfics o ferias “ñoñas” repletas de merchandising de las formas más insólitas y extraliterarias imaginables…
Justo lo que la Fantasía, desde el modelo al que yo tributo, no es ni puede permitirse ser (al menos no de manera exclusiva).
Kehe señala:
All this, I think to myself, is not the spirit of fantasy. If it’s worldbuilding, it’s only worldbuilding one thing: the worldbuilder’s world”.
No tienen idea de cuánto me descorazono cada vez que leo, invariablemente, estos palabrejos en el comentario lector de casi cualquier obra de Fantasía hoy en día: worldbuilding, sistemas de magia, tropes (sic).
Pero, para mí, la Fantasía no tiene nada que ver con esto.
Como he comentado en otras partes, de maneras más articuladas, para mí la Fantasía no es (solo) un producto de cultura popular, sino un arte literaria de expresión particular. Creo (en el sentido de fe, no de pensar) que los efectos de encantamiento que todos podemos reconocerle a sus historias más insignes deben venir de su lenguaje, en su calidad de obra literaria.
Pero, como Kehe apunta a propósito de algunos fans que ve en un evento dedicado al autor:
People don’t care about sentences. They care about Sanderson”.
Es decir, no les interesa la literatura, ni por extensión esa otra Fantasía a la que he consagrado mi vida.
En ese sentido, Sanderson es ciertamente un emblema del estado del arte de la Fantasía contemporánea, degradada en su visión más comercial. Citando el concepto del académico marxista Jack Zipes, especialista en cuentos de hadas, una “fantasía instrumentalizada”. Esto implica despojar a la Fantasía del carácter subversivo, utópico y genuinamente transformador que corresponde a su naturaleza como arte imaginativo, no mimético, y que ha sido su sello distintivo desde sus orígenes preliterarios en los cuentos folclóricos, los mitos y las leyendas.
Lo anterior cabe enmarcarlo principalmente en torno a la construcción de Sanderson como autor en la esfera pública, tanto a partir de sus acciones como escritor como de la manera en la que algunos de sus lectores lo perciben y difunden su naturaleza autorial. No estoy hablando aquí, necesariamente, del tejido mismo de sus historias, que quizá sí puedan plantear visos de subversión en sus respectivos mundos ficcionales. Pero, si concebimos al autor como un artista, deberíamos estar atentos a ese tipo de contradicciones.
Por lo que he visto, el modelo de escritor comercial de Sanderson y del lector consumista al que apela directamente le hacen el juego a los odiosos detractores históricos de la Fantasía y otras narrativas imaginativas. ¿Con qué moral vamos a ir nosotros, los Fantasistas, a enfrentarlos, si nos dirán “pero mira lo que pasa con Sanderson y algunos de sus lectores”? Y tendrán razón. Y nosotros no podremos permitirnos caer en la falacia del verdadero escocés.
Y lo peor es que las personas a la que ellos realmente estarán dirigiendo sus ataques jamás recibirán impacto alguno. Nunca estarán dentro de su radio de acción, y en el peor de los casos estas desestimarán a los detractores con el término comodín que aplican indistintamente a cualquier persona que use la cabeza para pensar, incluyendo a quienes amamos la propia Fantasía: snobs.
Mientras tanto, los Fantasistas de trinchera nos tragaremos todos esos insultos y burlas por tener el supremo descaro de amar tanto la Fantasía que deseamos valorarla como literatura, como arte, como se lo merece. Y que por ello la llevamos como objeto de estudio a las horrorosas academias, a los difíciles planes de estudio escolares, a los precarizados fomentos lectores independientes y, en suma, a muchos espacios de lucha y negociación cultural que a los que los fans del escapismo jamás se atreverían a tocar.
Esos mismos fans de Sanderson (no todos, claro) que adjudican cualquier crítica a su autor a la “envidia” y que lo valoran ante todo por ser un escritor “exitoso”, en el sentido de que es popular, que puede hacer más o menos lo que quiera en la industria editorial y que tiene mucho dinero… Es decir, valores neoliberales.
Por cosas como estas me molestan la naturaleza y posición ideológica de la ficción de Fantasía de Sanderson y la mezquina actitud de algunos de sus lectores (de nuevo, no todos).
Por supuesto, es importante establecer un matiz: que la obra de Sanderson exhiba estos rasgos no implica que no haya nada valioso en ella.
En un interesante ensayo íntimo como respuesta al perfil de Wired, “Outside”, Sanderson vincula una neurodivergencia (ser más bien “plano” en sentimientos y sensaciones) y el acto de escribir personajes que conectan mucho con ciertos lectores como una forma de “humanizarse”, de sentir en ellos lo que se le dificulta tanto sentir en su vida cotidiana. Pueden leer, si no lo han hecho, el texto aquí:
Aunque confieso que siempre seré recelosa ante el autor, ese texto me pareció bello en su confesión, porque se acerca a esas otras visiones sobre la Fantasía, y aun a mi propia poética: redimir mi dolor y el de otras personas como yo, muchas autistas, a través de la escritura de Fantasía.
Sanderson enfatiza:
So let me tell you why I write. It isn’t about worldbuilding; that’s a mistake everyone makes about me. Assuming I write because of worldbuilding is like assuming someone makes cars because they love cup holders. It’s also not because I’m Mormon, as some profiles bizarrely conclude. […]
I don’t write for plot twists, or dragons, or clever turns of phrase—though I enjoy all of these. I write because stories bring people inside. And I sincerely, genuinely believe that is what the world needs.
El problema es cuando contrastamos esta valiosa propuesta con otras prácticas mercantiles del autor: hacer videos mientras firma ejemplares como mero trámite, sus clases autorreferentes de escritura creativa, la insistencia que él mismo ha permitido en el uso y abuso del concepto de worldbuilding, o todo lo que conlleva su “imperio” comercial como escritor (no en vano muchos textos sobre él lo describen como “dios” o “emperador”).
Uno diría que, para alcanzar esta humanización vicaria desde la escritura de Fantasía, esta invocación de seres humanos desde los personajes, nada de lo anterior es necesario, y que incluso podría ser contraproducente para tales propósitos.
En fin: termino esta reflexión con una nota de sospecha y a la vez de esperanza. Estoy consciente de que mi propia lucha por la Fantasía encuentra una enemiga natural en la ideología que parece desprenderse de la autoría y lectoría promedios de Sanderson, pero también de que la imaginación es tan fuerte que bien puede sobrevivir una semilla subversiva incluso en las propuestas que aparentan ser más domesticadas.
Me encantaría que muchos lectores de Sanderson que se han dejado deslumbrar por los elementos aquí comentados pudieran conectar también con otros, más literarios, y que pudieran explorar otros terrenos más desafiantes y bellos de Faërie, recorridos o sembrados por otros autores, con otras visiones imaginativas. Algo homólogo he llegado a plantear respecto a las personas que únicamente nutren su imaginación lectora del legendarium de J.R.R. Tolkien.
Quizá incluso esta variedad de búsquedas les ayudaría a valorar de otra forma las historias del Cosmere, más enriquecedora y personal. Tal vez eso me suceda a mí misma cuando por fin pueda adentrarme en algunas de sus novelas, si ello llega a ocurrir.
Si eres lector apasionado de Sanderson, espero haber podido expresar mis reparos hacia este autor con una adecuada mezcla de honestidad y respeto.
Si recelas de Sanderson como yo, espero igualmente haberte descubierto otras vías para repensar críticamente ya no solo su obra, sino la situación actual de la Fantasía en estos tiempo.
¡Y es todo! ¿Qué les ha parecido este extenso comentario sobre Sanderson? Espero que no haya resultado virulento. Llevaba mucho tiempo queriendo expresar lo que sentía; esa expresión es también una forma de respeto a mí misma y a lo que creo en torno a la Fantasía.
Espero de corazón también no recibir de vuelta correos furiosos contra mi persona por estas palabras. Créanme que no envidio a Sanderson por su éxito. He envidiado a otras personas, y no se parecen en nada a Sanderson.
Él está en su camino (aunque su cartografía me desagrade), yo estoy en el mío. Cada Fantasista tiene el suyo. Yo en particular estoy orgullosa de mi resistencia desde y por la Fantasía, y estoy decidida a trabajar en los años venideros para entregar por completo mi consagración a ella a un destino superior.
En fin:
Espero que podamos seguir en contacto 😊.