¡Hola! Como corresponde a fin de año, en este boletín debería incluir el recuento anual de todo mi trabajo literario en 2023. Pero como la reflexión que viene más adelante es extensa y contundente, he preferido dejarlo ya para inicios de 2024.
Por ahora, solo les recordaré que este 2023 estuvo lleno de cositas literarias bonitas, como ya saben muchos. Las más obvias, por supuesto, han sido mis tres publicaciones tradicionales: las antologías El idioma de los dragones (Chile) y Antaño (México), y el ensayo Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG (España).
Durante el año he insistido mucho en la sorpresa de este hat trick editorial, pero es que creo que solo alguien que esté muy inmerso en el difícil peregrinaje de la escritura abierta al público podría entender cuán anómala ha sido esa situación, sobre todo para una autora pequeña, sin recursos ni interés de recalar en vanity presses, y no “profesional”.
Con esto, ya llevo cinco publicaciones en la suma de estos últimos diez años. Me alegra mucho poder compartir estas historias con los lectores; se siente como pequeños pasos hacia un camino que aún no termino de entender muy bien.
Miren este banner tan bonito de mis libros que hice en Canva para incluir en mi cuenta de Twitter:
En este boletín informo de algunas novedades sobre el acceso de mis últimas publicaciones que han surgido durante este último tramo de 2023. Pero ante todo, comparto una experiencia personal de escritura, o más bien, la razón por la que no pude contarla como pretendía.
Vamos allá.
Mi libro de Super Mario RPG en Buscalibre
Ya he comentado que, normalmente, cuesta conseguir ciertos libros de editoriales independientes españolas en Chile y Latinoamérica. Héroes de Papel, la editorial que publica Érase una vez siete estrellas: Super Mario RPG, no parece aún distribuir sus volúmenes de la colección Memorias del RPG en mi país (quizá porque son extraordinariamente de nicho).
Pero, felizmente, he descubierto que mi libro de Super Mario RPG ya está incluido en el catálogo de la librería virtual Buscalibre, lo que facilita mucho su compra desde Chile (y, supongo, desde otros países latinos). Está caro, por supuesto, porque está a precio de importación desde España. Pero estas obras suelen tener rebajas en los periodos de descuentos masivos de la plataforma. También recuerden que es un libro muy hermoso físicamente, de tapa dura (los metadatos de Buscalibre están incorrectos e incompletos), con una diagramación muy detallada, e ilustrado. Estos aspectos suelen encarecer el precio.
Si se animan, les dejo el enlace fijo para que añadan el libro a sus listas o carritos de compra:
Enroque editorial: Chile - México
La editorial Trazos de Aves publicó El idioma de los dragones en Chile y Casa Futura Ediciones publicó Antaño en México. Ahora ambas editoriales han hecho un pacto para publicar, de manera cruzada, la obra editada por el otro sello.
¡Esto quiere decir que El idioma de los dragones llegará a México y que Antaño llegará a Chile! Es decir, ambas antologías de mi autoría estarán disponibles en ambos países.
Eso me llena de alegría, porque no siempre es fácil comprar libros de países latinos si no se distribuyen aquí. Me entusiasma que, al menos en este caso, esas barreras habituales hayan sido desafiadas por mis voluntariosos editores, y que eso permita que estos dos libros míos, tan hermanados, puedan llegar a sus lectores interesados, así sean chilenos o mexicanos.
Estas ediciones cruzadas tendrán un tiraje de 100 ejemplares por cada título. Más que suficiente para una autora pequeña como yo. Les contaré más detalles por aquí y por todas partes, cuando me entere de ellos.
Pueden conocer/recordar más de El idioma de los dragones aquí:
Y pueden descubrir más de Antaño aquí:
Un Lar propio (o una plegaria encubierta)
Sugerí en el boletín anterior que mi mente estaba en un estado de intensidad que podría dejarme un tanto vulnerable si compartía abiertamente en qué estaba con ello. He tratado muchas veces, en borradores sucesivos de Substack, de tratar de contarles una experiencia específica de escritura que he tenido los últimos meses, relacionada con mi historia más importante. Pero, como la historia misma, no pude evitar desbordarme.
Primero, conté con bastante detalle lo que estaba haciendo, y me arrepentí. Luego, traté de ser más general, y me fui por ramas innecesarias. Descartado también. Por último, cuando creía haber cogido un balance relativamente razonable entre intimidad y revelación… TERMINÉ REZANDO EN EL TEXTO.
No es la primera vez que me pasa. Me ha sucedido antes cuando he estado abordando algo muy importante para mí en relación con el arte, la literatura y, por supuesto, la propia Fantasía. Entonces, de pronto se me escapan las palabras y algo más en mí, más allá de mi mente más o menos racional, escribe lo que tengo que escribir.
Algunos ensayos de mi blog Tierra de Fay han sido, a su manera, plegarias involuntarias también, pero me parece que nadie se ha dado cuenta de manera explícita (de hecho, yo misma acabo de darme cuenta de esto). Ahora bien, sí sé que algunos de ellos calaron hondo en algunas personas en su momento, más allá de sus fes o creencias, y eso es una buena pista de que se está apuntando a un lugar significativo.
Quizá parezca medio orate leer esto de ¡plegarias! en un texto que iba a hablar de una experiencia personal de escritura. Pero, en realidad, este tipo de desbordes personales me parecen bastante coherentes con mi propia concepción en desarrollo de lo que puede llegar a ser una oración, y mi propia relación con la espiritualidad y la fe que he escogido desde mi perfil como escritora Fantasista.
Mis oraciones son ensayos en el sentido más literal del concepto, reflexiones de experiencias, algunas peticiones calmas y otras desesperadas, búsquedas apasionantes y delirantes, conversaciones con Dios y conmigo misma, la parte que es más humana y a la vez sagrada en mí. Por supuesto que esto tenderá a salir a raudales cuando sin querer se me cruza con la Fantasía, que es todo eso para mí, su visión más tangible.
Por eso no les podré contar aquella experiencia que tanto me afané, fallidamente, en articular. Al menos no ahora, no por este medio. Pero he podido compartirles el marco en el que se inscribe: uno tan intenso que rebasó todo intento de contención racional. Y ahora les compartiré también una propuesta, siquiera para que la piensen.
En tiempos en los que la sociedad, la soledad y el mercado insisten en orillar al escritor(™) a exhibirse en lo más frágil o falso de sí mismo para hacer de su vida una marca consumible hasta la ceniza, y en tiempos en los que algunos se pliegan dichosos a eso, reprimiendo cualquier cuestionamiento o matiz, creo importante resguardar y reflexionar en torno a estos breves momentos que actúan como parteaguas. Para mí, esto no tienen que ver con fe ni creencias específicas, sino con una necesidad transversal de claridad, silencio y entrega. Al arte y a todo lo que podría estar detrás del arte, o del otro lado de su puente.
Momentos en los que solo importan la Palabra, la Historia, la Imaginación. Momentos que deberían ser eternos y que no lo son, pero que, cuando nos rozan, esa fugacidad suya se hace otra forma de eternidad en nosotros.
A mis lectores quiero darles palabras e historias hermosas e importantes (desde mi mirada como Fantasista y mis limitadas capacidades). Pero hay algunas específicas que quiero preservar, al menos por ahora, para mí.
Mi historia más importante es eso: de mí, para mí, por mí, y hacia todo lo que está detrás de mí. Eso es lo que traté de decir, con muchos rodeos significativos, en todos mis esbozos de textos.
Y eso es lo que también quisiera entregarles, como experiencia más pública (y “laica”, if you must…): la posibilidad de pensar y decidir tener ese algo muy de ustedes desde su propio arte. Un refugio en el que no entre nadie más que ustedes y aquella creación que aman y a la que todo le deben.
Entonces, pa’ fuera los escritores emprendedores y sus ansiedades importadas, los book-fluencers, las editoriales, las librerías, los cánones, las listas, las críticas y reseñas, los premios, los ~10% de regalías, las reediciones y reimpresiones, los pendones, los papers, los blurbs, las 1-5 estrellas de Goodreads, las estadísticas de las redes sociales y de las webs, la idea misma de ser escritor profesional…
Pa’ fuera, también, los buenos lectores, los lectores queridos.
(Por lo menos por ahora, por un tiempo. Si alguien ha de entrar a su refugio algún día, que sean ellos. Pero no todavía.)
¡Pa’ fuera incluso la propia literatura como arte y los martirios forzosos de sus cincelados lingüísticos!
Quisiera invitarlos, al menos con esa creación única que les es más cara dentro de todos sus proyectos personales, a probar a quedarse completamente solos. Solos con la Palabra.
Atrévanse, si hasta ahora casi todo lo demás ha sido sufrimiento, como ha sido mi caso muchas veces, a intentar crear un verdadero hogar para su obra, fuera de todo lo que no tenga que ver con su creación y pulido: un lar entibiado nada más que por los rescoldos de su espíritu.
Nada ha sido más bello para mí que ese encierro y renuncia simbólicos, cuyo reverso es en realidad una entrega muy concreta, una expresión de devoción, concentrados en mi historia más importante.
Quizá para alguno de ustedes también llegue a serlo.
Acaso la única verdadera compañía entre escritores territorial y cronológicamente lejanos y estéticamente cercanos, sea esa imagen especular, esa esperanza devenida en promesa, de que en realidad solo existe un único Lar y que algún día, cuando al fin acabemos nuestra obra, nos reuniremos todos ante la misma puerta.
¿Amén?
Uf, me alegro haber podido expresar el texto anterior. Gracias, Paula del presente. Gracias también a ti, lector que haya llegado hasta acá y que haya seguido, aunque sea de manera errática y silenciosa, estos boletines.
Sé que algunos amigos y conocidos de Internet están suscritos y los leen (cuando pueden), pero también hay gente desconocida que no sé cómo leerá mis palabras, si lo hacen. Un misterio todo. Uno siempre anhela alguna clase de respuesta, pero estar vivo también supone reconciliarse con aquel silencio de los otros que nunca se va. Por lo demás, “[…] si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra”. Etcétera.
Como sea, Feliz Navidad y próximo año nuevo. Que en el 2024 haya esperanza para los desesperados y consuelo para los tristes. Y algunas dichas inesperadas para todos.